jueves, 26 de marzo de 2009

BAFICI (1)

Anoche fue la ceremonia de apertura del BAFICI número 11, es decir que se cumplen 10 años de su creación (suena raro, pero hagan la matemática: ¿cuántos años pasaron de 1999 a 2009?). Como sabrán los lectores de este blog que se animaron a leer la nota de Rafael Urban publicada ayer --en portugués-- , algo tuvimos que ver en aquella creación. Fue raro, entonces, como fundador del festival, que no me hayan invitado a la ceremonia. Después de todos estos años, igual, ya estoy acostumbrado a que se borre o reinvente la historia según la conveniencia de quien está circunstancialmente "en el poder", en este caso la confederación de los periodistas de espectáculos que no soportan que algo que les es tan caro como el festival --y que sienten como "propio"-- haya sido creado por otros, más precisamente, por un grupo de cineastas. 

Ante semejante olvido, legalizado por la historia oficial publicada por el mismo festival el año pasado en forma de libro y película --que ningún periodista se tomó el trabajo de cuestionar--, no puedo dejar de recordar que el festival fue creado por tres directores de cine, Esteban Sapir, Eduardo Milewicz y yo mismo, acompañados por un grupo de jóvenes productores de cine que incluía a Hernán Mussaluppi, Carolina Konstantinovsky,  Rosa Martínez Rivero, Natacha Cervi y  Sebastián Rotstein, entre otros. Ningún crítico, que yo recuerde, participó de la creación del BAFICI. Es más, sé que un par de ellos fueron convocados por el gobierno de la la ciudad de entonces y no quisieron aceptar el desafío de asumir la conducción de un festival en condiciones por cierto muy precarias, desafío que los cineastas sí asumimos, supongo por considerar que esas condiciones eran, simplemente, las que estábamos acostumbrados a enfrentar. Es curioso cómo por todas partes se verifican los mecanismos de las "microestructuras de poder" del las que hablaba el viejo Foucault.

Igual, el BAFICI es el BAFICI, un pequeño milagro, que, más allá de estas nimiedades de historia antigua que interesan a  muy pocos, se sostiene en un alto nivel de programación y --vale la pena enfatizarlo ante ciertas quejas que siempre se escuchan-- en un altísimo nivel de organización, debido a la excelente gestión actual de Rosa Martínez Rivero y su equipo. Un ejemplo no sólo dentro del contexto argentino sino que supera ampliamente el nivel de organización de muchos festivales del primer mundo. No iba a ir a la inauguración, pero Cecilia me convenció que ir "de colado", y ver si me no me dejaban entrar, podía hasta ser más divertido. Tuvo razón y fue un placer volver a encontrarme con un montón de amigos y conocidos, que no sé por qué este año se empeñaron en su mayoría en recordar, casi siempre jocosamente por supuesto, mi condición de fundador "retirado". Paradojas. Y fue divertido ver como Graciela Borges, por alguna extraña razón la figura de la noche, se convertía en símbolo e imagen del festival del cine independiente.

Gigante, la película de apertura, prometía un poco más de lo que finalmente ofreció. El gigante del título es un gordo o grandote que trabaja de agente de seguridad en un supermercado de Montevideo y que, a través de las cámaras de vigilancia, se enamora de una empleada de limpieza que hace el turno nocturno en el mismo local. La historia, aunque minimalista, empieza con buen pulso y genera cierta tensión. Pero, en determinado momento, cuando se empiezan a repetir las situaciones, se produce un poco la sensación de que estamos ante una idea de corto estirada a largo. La amenaza de violencia ímplicita en la situación del voyeur convertido en acechador nunca explota, salvo en un episodio incidental en términos de dramaturgia (el gigante empieza a atacar las góndolas del supermercado, sólo para ser controlado con cierta facilidad por sus colegas). Y todos los personajes se terminan mostrando como sorprendentemente bonachones, como buenos uruguayos. Hasta podría decir que la misma prolijidad... uruguaya... con que está filmada la película termina conspirando contra esa tensión que había conseguido generar al principio. Esta descripción, que escribo a las apuradas, es seguramente injusta. La película es más que correcta en muchos aspectos y por algo habrá ganado varios premios en Berlin, aunque debo decir que los premios de los festivales (los propios incluidos) son algo que tiende cada vez más hacia lo inexplicable.

Más sobre el BAFICI mañana...

foto: Gigante de Adrián Biniez.


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