miércoles, 31 de marzo de 2010

The Revolution Will Not Be Televised


You will not be able to stay home, brother.
You will not be able to plug in, turn on and cop out.
You will not be able to lose yourself on skag and skip,
Skip out for beer during commercials,
Because the revolution will not be televised.

The revolution will not be televised.
The revolution will not be brought to you by Xerox
In 4 parts without commercial interruptions.
The revolution will not show you pictures of Nixon
blowing a bugle and leading a charge by John
Mitchell, General Abrams and Spiro Agnew to eat
hog maws confiscated from a Harlem sanctuary.
The revolution will not be televised.

The revolution will not be brought to you by the
Schaefer Award Theatre and will not star Natalie
Woods and Steve McQueen or Bullwinkle and Julia.
The revolution will not give your mouth sex appeal.
The revolution will not get rid of the nubs.
The revolution will not make you look five pounds
thinner, because the revolution will not be televised, Brother.

There will be no pictures of you and Willie May
pushing that shopping cart down the block on the dead run,
or trying to slide that color television into a stolen ambulance.
NBC will not be able predict the winner at 8:32
or report from 29 districts.
The revolution will not be televised.

There will be no pictures of pigs shooting down
brothers in the instant replay.
There will be no pictures of pigs shooting down
brothers in the instant replay.
There will be no pictures of Whitney Young being
run out of Harlem on a rail with a brand new process.
There will be no slow motion or still life of Roy
Wilkens strolling through Watts in a Red, Black and
Green liberation jumpsuit that he had been saving
For just the proper occasion.

Green Acres, The Beverly Hillbillies, and Hooterville
Junction will no longer be so damned relevant, and
women will not care if Dick finally gets down with
Jane on Search for Tomorrow because Black people
will be in the street looking for a brighter day.
The revolution will not be televised.

There will be no highlights on the eleven o'clock
news and no pictures of hairy armed women
liberationists and Jackie Onassis blowing her nose.
The theme song will not be written by Jim Webb,
Francis Scott Key, nor sung by Glen Campbell, Tom
Jones, Johnny Cash, Englebert Humperdink, or the Rare Earth.
The revolution will not be televised.

The revolution will not be right back after a message
bbout a white tornado, white lightning, or white people.
You will not have to worry about a dove in your
bedroom, a tiger in your tank, or the giant in your toilet bowl.
The revolution will not go better with Coke.
The revolution will not fight the germs that may cause bad breath.
The revolution will put you in the driver's seat.

The revolution will not be televised, will not be televised,
will not be televised, will not be televised.
The revolution will be no re-run brothers;
The revolution will be live.

-Gil Scott-Heron, 1971.


sábado, 27 de marzo de 2010

Carta de Oscar del Barco


Córdoba, junio 2005.

Señor Sergio Schmucler:

Al leer la entrevista con Héctor Jouvé, cuya transcripción ustedes publican en los dos últimos números de La Intemperie, sentí algo que me conmovió, como si no hubiera transcurrido el tiempo, haciéndome tomar conciencia (muy tarde, es cierto) de la gravedad trágica de lo ocurrido durante la breve experiencia del movimiento que se autodenominó "ejército guerrillero del pueblo". Al leer cómo Jouvé relata suscinta y claramente el asesinato de Adolfo Rotblat (al que llamaban Pupi) y de Bernardo Groswald, tuve la sensación de que habían matado a mi hijo y que quien lloraba preguntando por qué, cómo y dónde lo habían matado, era yo mismo. En ese momento me di cuenta clara de que yo, por haber apoyado las actividades de ese grupo, era tan responsable como los que lo habían asesinado. Pero no se trata sólo de asumirme como responsable en general sino de asumirme como responsable de un asesinato de dos seres humanos que tienen nombre y apellido: todo ese grupo y todos los que de alguna manera lo apoyamos, ya sea desde dentro o desde fuera, somos responsables del asesinato del Pupi y de Bernardo.

Ningun justificativo nos vuelve inocentes. No hay "causas" ni "ideales" que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano. Responsabilidad ante los seres queridos, responsabilidad ante los otros hombres, responsabilidad sin sentido y sin concepto ante lo que titubeantes podríamos llamar "absolutamente otro". Más allá de todo y de todos, incluso hasta de un posible dios, hay el no matarás. Frente a una sociedad que asesina a millones de seres humanos mediante guerras, genocidios, hambrunas, enfermedades y toda clase de suplicios, en el fondo de cada uno se oye débil o imperioso el no matarás. Un mandato que no puede fundarse o explicarse, y que sin embargo está aquí, en mí y en todos, como presencia sin presencia, como fuerza sin fuerza, como ser sin ser. No un mandato que viene de afuera, desde otra parte, sino que constituye nuestra inconcebible e inaudita inmanencia.

Este reconocimiento me lleva a plantear otras consecuencias que no son menos graves: a reconocer que todos los que de alguna manera simpatizamos o participamos, directa o indirectamente, en el movimiento Montoneros, en el ERP, en la FAR o en cualquier otra organización armada, somos responsables de sus acciones. Repito, no existe ningún "ideal" que justifique la muerte de un hombre, ya sea del general Aramburu, de un militante o de un policía. El principio que funda toda comunidad es el no matarás. No matarás al hombre porque todo hombre es sagrado y cada hombre es todos los hombres. La maldad, como dice Levinas, consiste en excluirse de las consecuencias de los razonamientos, el decir una cosa y hacer otra, el apoyar la muerte de los hijos de los otros y levantar el no matarás cuando se trata de nuestros propios hijos.

En este sentido podría reconsiderarse la llamada teoría de los "dos demonios", si por "demonio" entendemos al que mata, al que tortura, al que hace sufrir intencionalmente. Si no existen "buenos" que sí pueden asesinar y "malos" que no pueden asesinar, ¿en qué se funda el presunto "derecho" a matar? ¿Qué diferencia hay entre Santucho, Firmenich, Quieto y Galimberti, por una parte, y Menéndez, Videla o Massera, por la otra? Si uno mata el otro también mata. Esta es la lógica criminal de la violencia. Siempre los asesinos, tanto de un lado como del otro, se declaran justos, buenos y salvadores. Pero si no se debe matar y se mata, el que mata es un asesino, el que participa es un asesino, el que apoya aunque sólo sea con su simpatía, es un asesino. Y mientras no asumamos la responsabilidad de reconocer el crimen, el crimen sigue vigente.

Más aun. Creo que parte del fracaso de los movimientos "revolucionarios" que produjeron cientos de millones de muertos en Rusia, Rumania, Yugoeslavia, China, Corea, Cuba, etc., se debió principalmente al crimen. Los llamados revolucionarios se convirtieron en asesinos seriales, desde Lenin, Trotzky, Stalin y Mao, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara. No sé si es posible construir una nueva sociedad, pero sé que no es posible construirla sobre el crimen y los campos de exterminio. Por eso las "revoluciones" fracasaron y al ideal de una sociedad libre lo ahogaron en sangre. Es cierto que el capitalismo, como dijo Marx, desde su nacimiento chorrea sangre por todos los poros. Lo que ahora sabemos es que también al menos ese "comunismo" nació y se hundió chorreando sangre por todos sus poros.

Al decir esto no pretendo justificar nada ni decir que todo es lo mismo. El asesinato, lo haga quien lo haga, es siempre lo mismo. Lo que no es lo mismo es la muerte ocasionada por la tortura, el dolor intencional, la sevicia. Estas son formas de maldad suprema e incomparable. Sé, por otra parte, que el principio de no matar, así como el de amar al prójimo, son principios imposibles. Sé que la historia es en gran parte historia de dolor y muerte. Pero también sé que sostener ese principio imposible es lo único posible. Sin él no podría existir la sociedad humana. Asumir lo imposible como posible es sostener lo absoluto de cada hombre, desde el primero al último.

Aunque pueda sonar a extemporáneo corresponde hacer un acto de constrición y pedir perdón. El camino no es el de "tapar" como dice Juan Gelman, porque eso -agrega- "es un cáncer que late constantemente debajo de la memoria cívica e impide construir de modo sano". Es cierto. Pero para comenzar él mismo (que padece el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar) tiene que abandonar su postura de poeta-mártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Su responsabilidad fue directa en el asesinato de policías y militares, a veces de algunos familiares de los militares, e incluso de algunos militantes montoneros que fueron "condenados" a muerte. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad. No un perdón verbal sino el perdón real que implica la supresión de uno mismo. Es hora, como él dice, de que digamos la verdad. Pero no sólo la verdad de los otros sino ante todo la verdad "nuestra". Según él pareciera que los únicos asesinos fueron los militares, y no el EGP, el ERP y los Montoneros. ¿Por qué se excluye y nos excluye, no se da cuenta de que así "tapa" la realidad?

Gelman y yo fuimos partidarios del comunimo ruso, después del chino, después del cubano, y como tal callamos el exterminio de millones de seres humanos que murieron en los diversos gulags del mal llamado "socialismo real". ¿No sabíamos? El no saber, el hecho de creer, de tener una presunta buena fe o buena conciencia, no es un argumento, o es un argumento bastardo. No sabíamos porque de alguna manera no queríamos saber. Los informes eran públicos. ¿O no existió Gide, Koestler, Víctor Serge e incluso Trotsky, entre tantos otros? Nosotros seguimos en el Partido Comunista hasta muchos años después que el Informe-Krutschev denunciara los "crímenes de Stalin". Esto implica responsabilidades. También implica responsabilidad haber estado en la dirección de Montoneros (Gelman dirá, por supuesto que él no estuvo en la Dirección, que él era un simple militante, que se fue, que lo persiguieron, que lo intentaron matar, etc., lo cual, aun en el caso de que fuera cierto, no lo exime de su responsabilidad como dirigente e, incluso como simple miembro de la organización armada). Los otros mataban, pero los "nuestros" también mataban. Hay que denunciar con todas nuestras fuerzas el terrorismo de Estado, pero sin callar nuestro propio terrorismo. Así de dolorosa es lo que Gelman llama la "verdad" y la "justicia". Pero la verdad y la justicia deben ser para todos.

Habrá quienes digan que mi razonamiento, pero este no es un razonamiento sino una constrición, es el mismo que el de la derecha, que el de los Neustad y los Grondona. No creo que ese sea un argumento. Es otra manera de "tapar" lo que pasó. Muchas veces nos callamos para no decir lo mismo que el "imperialismo". Ahora se trata, y es lo único en que coincido con Gelman, de la verdad, la diga quien la diga. Yo parto del principio del "no matar" y trato de sacar las conclusiones que ese principio implica. No puedo ponerme al margen y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, o a la inversa. Yo culpo a los militares y los acuso porque secuestraron, torturaron y mataron. Pero también los "nuestros" secuestraron y mataron. Menéndez es responsable de inmensos crímenes, no sólo por la cantidad sino por la forma monstruosa de sus crímenes. Pero Santucho, Firmenich, Gelman, Gorriarán Merlo y todos los militantes y yo mismo también lo somos. De otra manera, también nosotros somos responsables de lo que sucedió.

Esta es la base, dice Gelman, de la salvación. Yo también lo creo.

Lo saludo.

Oscar del Barco


Publicado originalmente en revista mensual La Intemperie Córdoba Política Cultura. Directores: Sergio Schmucler, Cecilia Pernasetti, Luis Rodeiro y Emanuel Rodríguez.
E-mail: laintemperie@gmail.com


fuente: www.elinterpretador.net

foto: Integrantes del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), detenidos por la Gendarmería Nacional, 5 de marzo 1964.

viernes, 26 de marzo de 2010

Cartas de Rodolfo Walsh


En estos días, se habló mucho de la famosa Carta abierta de un escritor a la Junta Militar que remitió Rodolfo Walsh el 24 de marzo de 1977, un día antes de que fuera asesinado por un grupo de tareas de la Armada. Pero hay otras cartas de Rodolfo Walsh. Las que escribió después de la muerte de su hija, Vicky, el 29 de septiembre de 1976.

29/9/76

Querida Vicki.

La noticia de tu muerte me llegó hoy a las tres de la tarde. Estábamos en reunión… cuando empezaron a transmitir el comunicado. Escuché tu nombre, mal pronunciado, y tardé un segundo en asimilarlo. Maquinalmente empecé a santiguarme como cuando era chico. No terminé ese gesto. El mundo estuvo parado ese segundo.

Después les dije a Mariana y a Pablo: ―Era mi hija. Suspendí la reunión.

Estoy aturdido. Muchas veces lo temía. Pensaba que era excesiva suerte, no ser golpeado, cuando tantos otros son golpeados. Si, tuve miedo por vos, como vos tuviste miedo por mí, aunque no lo decíamos. Ahora el miedo es aflicción. Se muy bien por qué cosas has vivido, combatido. Estoy orgulloso de esas cosas.

Me quisiste, te quise. El día que te mataron cumpliste 26 años. Los últimos fueron muy duros para vos.

Me gustaría verte sonreír una vez más.

No podré despedirme, vos sabés por qué.

Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad.

El verdadero cementerio es la memoria.

Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizá te envidio, querida mía.



5/10/76

Hablé con tu mamá. Está orgullosa en su dolor, segura de haber entendido tu corta, dura, maravillosa vida.

Anoche tuve una pesadilla torrencial, en la que había una columna de fuego, poderosa pero contenida en sus límites, que brotaba de alguna profundidad.

Hoy en el tren un hombre decía: ―Sufro mucho. Quisiera acostarme a dormir y despertarme dentro de un año. Hablaba por él, pero también por mí.



13/10/76
(Carta a Emiliano Costa, yerno de Rodolfo Walsh, en ese momento detenido).

Emiliano:

Al morir Vicki, la niña quedó en manos del Ejército. Después se la dieron a tu padre. Vicki quería que estuviera con nosotros. Hoy eso no parece posible sin desatar un conflicto familiar cuyas proyecciones son difíciles de calcular.

En consecuencia estamos proponiendo a tu padre un acuerdo que sin modificar esa situación de hecho, reconozca a los familiares de Vicki que son los que antes de su muerte tuvieron mayor trato con la niña ―y por lo tanto se encariñaron más con ella― el derecho a verla y a retirarla dos días a la semana. Yo garantizo que ese acuerdo se cumpla.

De este modo podría ver a la niña regularmente, la memoria de la madre no le sería borrada y aquellos que la quieren podrían seguir viéndola.

Como por un lado temo que tu familia pueda oponer reparos, y por otro estimo que tu opinión es la que más puede pesar en la solución del problema, te escribo para pedirte que me apoyes en esta proposición. Por lo demás, te acompaño en tu dolor como se que me acompañás en el mío.

Te mando esta carta por dos vías. Una de ellas es tu padre, que está autorizado a leerla.
Espero tu respuesta.
Un abrazo.

CAPITAN


29/12/76

Carta a mis amigos

Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con las fuerzas del Ejército. Se que la mayoría de aquellos que la conocieron la lloraron. Otros que han sido mis amigos o me han conocido de lejos, hubieran querido hacerme llegar una voz de consuelo. Me dirijo a ellos para agradecerles, pero también para explicarles cómo murió Vicki y por qué murió.

El comunicado del Ejército que publicaron los diarios no difiere demasiado, en esta oportunidad, de los hechos. Efectivamente, Vicki era Oficial 2° de la organización Montoneros, responsable de la prensa sindical, y su nombre de guerra era Hilda. Efectivamente estaba reunida ese día con cuatro miembros de la Secretaría Política que combatieron y murieron con ella.

La forma en la que ingresó a Montoneros no la conozco en detalle. A la edad de 22 años, edad de su probable ingreso, se distinguía por sus decisiones firmes y claras. Por esa época comenzó a trabajar en el diario La Opinión y en un tiempo muy breve se convirtió en periodista.

El periodismo en si no le interesaba. Sus compañeros la eligieron delegada sindical. Como tal debió enfrentar en un conflicto difícil al director del diario, Jacobo Timerman, a quien despreciaba profundamente. El conflicto se perdió y cuando Timerman empezó a denunciar como guerrilleros a sus propios periodistas, ella pidió licencia y no volvió más.

Fue a militar a una villa miseria. Era su primer contacto con al pobreza extrema en cuyo nombre combatía. Salió de esa experiencia convertida a un ascetismo que impresionaba. Su marido, Emiliano Costa, fue detenido a principios de 1975 y no lo vio más. La hija de ambos nació poco después.

El último año de mi hija fue muy duro. El sentido del deber la llevó a relegar toda gratificación individual, a empeñarse mucho más allá de sus fuerzas físicas. Como tantos muchachos que repentinamente se volvieron adultos, anduvo a los saltos, huyendo de casa en casa. No se quejaba. Sólo su sonrisa se volvía un poco más desvaída.

En las últimas semanas varios de sus compañeros fueron muertos; no pudo detenerse a llorarlos. La embargaba una terrible urgencia por crear medios de comunicación en el frente sindical, que era su responsabilidad. Nos veíamos una vez por semana; cada quince días. Eran entrevistas cortas, caminando por la calle, quizás diez minutos en el banco de una plaza. Hacíamos planes para vivir juntos, para tener una casa donde hablar, recordar, estar juntos en silencio. Presentíamos, sin embargo, que eso no iba a ocurrir, que uno de esos fugaces encuentros iba a ser el último, y nos despedíamos simulando valor, consolándonos de la anticipada pérdida.

Mi hija estaba dispuesta a no entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros; el despellejamiento en vida, la mutilación de los miembros, la tortura sin límites en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral y la delación.

Sabía perfectamente que en una guerra de esas características, el pecado no era hablar, sino caer. Llevaba siempre encima una pastilla de cianuro ―la misma con que se mató nuestro amigo Paco Urondo― con la que tantos otros habían obtenido una victoria sobre la barbarie.

El 28 de setiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en brazos a su hija porque a último momento no encontró con quien dejarla. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones blancos que siempre le quedaban grandes.

A las 7 del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el Secretario Político Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja. He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casa bajas, el cielo amaneciendo, y el cerco. El cerco de 150 hombres, los FAP emplazados, el tanque.

Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto: ―El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban de arriba. Nos llamó la atención la muchacha, porque cada vez que tiraba una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía.

He tratado de entender esa risa. La metralleta era una Halcón y mi hija nunca había tirado con ella aunque conociera su manejo por las clases de instrucción. Las cosas nuevas, sorprendentes, siempre la hicieron reír. Sin duda era nuevo y sorprendente para ella que ante una simple pulsación del dedo brotara una ráfaga y que ante esa ráfaga 150 hombres se zambulleran sobre los adoquines empezando por el coronel Roualdes, jefe del operativo.

A los camiones y el tanque se sumó un helicóptero que giraba alrededor de la terraza, contenido por el fuego. ―De pronto ―dice el soldado― hubo un silencio. La muchacha dejó la metralleta, se asomó de pie sobre el parapeto y abrió los brazos. Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien. Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablarnos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo. Pero recuerdo la última frase; en realidad no me deja dormir. ―Ustedes no nos matan ―dijo― nosotros elegimos morir. Entonces ella y el hombre se llevaron una pistola a la sien y se mataron frente a todos nosotros.

Abajo ya no había resistencia. El coronel abrió la puerta y tiró una granada. Después entraron los oficiales. Encontraron una nena de algo más de un año, sentadita en una cama, y cinco cadáveres.

En el tiempo transcurrido he reflexionado sobre esa muerte. Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros, y esos otros son millones.

Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya, y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace en ella.

Esto es lo quería decir a mis amigos y lo que desearía que ellos transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte.

Rodolfo


domingo, 21 de marzo de 2010

Hinchas


-Yo hace mucho que no sigo el fútbol -me confesó anoche Pedro Saborido, hincha de Racing, pobre-. Pero, últimamente, estoy medio obsesionado por el tema del promedio. Porque Independiente va a salir campeón y no sería bueno que Racing justo se vaya al descenso.
-Yo, últimamente, también estoy con la calculadora en la mano, no sea cosa que en un momento de distracción River se vaya también -dijo Andrés, hincha de River, pobre.
-¿Sabés cómo le dicen a Racing? -preguntó el hincha de Racing.
-¿Cómo?
-Celulitis.
-¿Por qué?
-Porque se va con Gimnasia*.

*Dato onda "a la derecha de su pantalla, Señora": por el sistema de promedio de puntos de los últimos tres campeonatos, Gimnasia y Esgrima de La Plata es candidato firme a descender a la "B".


sábado, 20 de marzo de 2010

El pasado es un animal grotesco

La obra cuenta las historias de cuatro personajes a lo largo de diez años, desde 1999 hasta 2009. A través de fragmentos breves e intercalados se narran las historias de cuatro personas de Buenos Aires desde los 25 a los 35 años, el momento en el que uno deja de ser quien cree que va a ser para convertirse en quien es, con el ocasional marco de fondo de los cambios sociales y económicos de esos diez años.

Algunas de esas historias hacen foco en lo cotidiano y otras más en lo extraordinario, algunas incluyen elementos documentales o autobiográficos y otras se sumergen abiertamente en la ficción. A su vez, cada historia se bifurca y ramifica en pequeñas historias secundarias. Se trata de un intento de narrar una multitud de historias, a la manera de las "novelas mundo" o los desmesurados relatos del siglo XIX (en la línea de Balzac o Tolstoi), donde una ficción ambiciosa y desatada es contenida por un marco histórico y temporal preciso.

La obra es actuada por sólo cuatro actores. Encerrados en un disco giratorio que se mueve permanentemente ellos solos emprenden la épica tarea de narrar y representar esa multiplicidad de historias, dando vida a docenas de personajes y situaciones. Una "mega ficción" pero narrada con recursos mínimos.

En la obra, narrar el pasado es como poner la voz en off que le de sentido a los fragmentos dispersos de una película cuyo guión se perdió para siempre. Sustentado en el esfuerzo épico de cuatro actores que narran y representan una multitud de historias, el pasado se asoma como un animal entrevisto en la selva de los sueños, un animal que cambia de forma cada vez que lo recordamos, un animal grotesco.

-Mariano Pensotti


No será casualidad que la nueva, extraordinaria, obra de Mariano Pensotti se haya estrenado en el Teatro Sarmiento. Es la sala que supo albergar, quizás, el fenómeno teatral más significativo de los últimos años de la escena porteña: el biodrama. Acuñado por Vivi Tellas, que dirigió hasta el año pasado el teatro vecino al zoológico, el término refiere a una obra de teatro basada en la vida de una persona real, que suele estar presente en la sala el día del estreno. El pasado es un animal grotesco encarna, por momentos, una inquietante reflexión, desde la ficción, sobre los alcances y las encrucijadas éticas del teatro documental. ¿Vivir la vida como una ficción te arruina la vida? ¿Se puede vivir sin ficción? La gracia está, justamente, en que uno se pregunta más de una vez cuánto habrá de realidad en esa ficción, que coquetea a cada momento con un posible referente en el mundo verdadero que todos conocemos. Y cuando la vida de los propios personajes de ficción, en la obra, se vuelve materia de ficción, la serpiente se muerde la cola. Metaficción, teatro que habla de teatro, salón de espejos. Pero digo que la obra de Pensotti encarna porque la cuestión se hace carne en las personas reales que están ahí, pateando el escenario durante dos horas. Por las venas, la piel y los nervios de Pilar Gamboa, Javier Lorenzo, Juan Minujín y Julieta Vallina -increíble cuarteto de actores- pasa la corriente eléctrica de la verdad y el efecto sobre la platea es... bueno, electrizante. En medio de rayos y relámpagos, sobre la mesa de operaciones del Dr. Frankestein, el monstruo hecho de retazos de cadáveres cobra vida. El tremendo animal grotesco que ha ensamblado trabajosamente Pensotti se pone de pie y camina solo.
-ADT

Teatro Sarmiento
Av. Sarmiento 2715
jueves a domingo 21hs.


fotos: 1. Julieta Vallina, Javier Lorenzo, Juan Minujín y Pilar Gamboa en El pasado es un animal grotesco. 2. Imagen de Jorge Macchi utilizada como afiche de la obra.

viernes, 19 de marzo de 2010

BAFICI 2010


Del 7 al 18 de abril tendrá lugar la duodécima edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con la dirección artística de Sergio Wolf.

En esta nueva edición se proyectarán 422 películas, entre largometrajes y cortometrajes, en las 21 salas de las 12 sedes de la Ciudad de Buenos Aires donde se realizará el Festival. A las habituales sedes (Alianza Francesa de Buenos Aires, Atlas Santa Fe, Hoyts Abasto, Malba Cine, Sala Leopoldo Lugones – TGSM -, y Teatro 25 de Mayo), se suma por segundo año consecutivo el Arteplex Duplex Caballito y, por primera vez, el Arteplex Belgrano y el Cine Parque Xacobeo de Villa del Parque, ampliando los límites geográficos del Festival. A estas sedes se suman el ya habitual Espacio BAFICI (Guardia Vieja 3332), que funcionará como punto de encuentro, y las dos sedes designadas para Cine al Aire Libre: el Pasaje Carlos Gardel ubicado en Anchorena y Jean Jaurés, y la Plaza San Martín de Tours (en Schiaffino y Posadas).

Debido al buen funcionamiento en la edición pasada, este año el BAFICI volverá a contar con un sistema de venta de entradas unificado, que permite comprar entradas para todas las salas o funciones por Internet o en puntos de venta del Festival. Desde el 29 de marzo se podrán comprar de manera anticipada a través de la página web www.festivales.gov.ar, o personalmente de 10 a 20 h. en la Casa de la Cultura (Av. De Mayo 575 PB) y en el Hoyts Abasto. Asimismo, desde el 7 de abril, se podrá adquirir el remanente por Internet, o personalmente en las boleterías de todas las sedes afectadas al BAFICI.


Secuestro y Muerte, de Rafael Filippelli, con guión de Beatriz Sarlo, David Oubiña y Mariano Llinás; y Enrique Piñeyro en el rol protagónico del film que narra las últimas 72 horas en la vida del General Aramburu antes de ser juzgado y ejecutado por Montoneros. La película de Clausura será Los condenados, del catalán Isaki Lacuesta, protagonizada por Daniel Fanego, Arturo Goetz, Leonor Manso, María Fiorentino y Juana Hidalgo, que aborda las relaciones entre dos generaciones vinculadas a la lucha armada, que se tejen en plena selva latinoamericana, a la búsqueda de los restos de un compañero muerto hace treinta años.

El cine nacional estará presente en esta edición con un total de 44 largometrajes y 42 cortometrajes, de los cuales tres participarán de la Competencia Internacional: Lo que más quiero, ópera prima de Delfina Castagnino; Centro, de Sebastián Martínez; y El ambulante, de Eduardo de la Serna, Lucas Marcheggiano y Adriana Yurcovich. La Competencia Argentina estará compuesta por trece películas (once de ellas en calidad de avant première mundial y dos como estrenos latinoamericanos); y en la Sección Cine del Futuro, por su parte, se presentarán dos películas argentinas: El predio, de Jonathan Perel; y El camino entre dos puntos, co-producción con Holanda, dirigida por Sebastián Díaz Morales. Asimismo, el escritor y cineasta Edgardo Cozarinsky presentará su última película Apuntes para una biografía imaginaria.

En cuanto a la Competencia Argentina, que premia Mejor Película, Mejor Director y entrega, además, un Premio Especial del Jurado, participarán 13 largometrajes, 11 de ellos en calidad de estrenos mundiales, lo que refleja la clara apuesta del Festival como plataforma para su difusión nacional e internacional. La selección estará compuesta por Los actos cotidianos, de Raúl Perrone; Gorri, de Carmen Guarini; Invernadero, tercera película de Gonzalo Castro en el Festival; Hacerme feriante, ópera prima de Julián D’Angiolillo; Los Labios, de Santiago Loza e Iván Fund; Ocio, de Juan Villegas y Alejandro Lingenti; El pasante, ópera prima de Clara Picasso; Las pistas, de Sebastián Lingiardi; The Rati Horror Show, de Enrique Piñeyro; El recuento de los daños, de Inés de Oliveira Cézar, estrenada mundialmente en el Festival de Berlín; Rodríguez, ópera prima de Julián Borrell y Demian Santander; Somos nosotros, primera película de Mariano Blanco; y Torino, ópera prima de Agustín Rolandelli.

El 12º BAFICI contará con la presencia de destacadas figuras como la cineasta italiana Tizza Covi, que integrará el Jurado de la Competencia Argentina y acompañará sus películas That's all (2001); Babooska (2005) y La Pivellina (2009); el portugués Joao Pedro Rodrigues, cuyo film Morrer como un homen (2009) integrará Cine del Futuro; el rumano Andrei Dascalescu que acompañará Constantin and Elena (2009) en la sección Personas y Personajes, premiada en el International Documentary Festival Amsterdam; el norteamericano Harmony Korine (Mr. Lonely, 2007; Julien Donkey-Boy, 1999), que presentará su último trabajo Trash Humpers (2009) en la misma sección; y el esloveno Peter Kerekes, que acompañará sus films Cooking History (2009) en la sección La tierra tiembla y 66 Seasons (2003), en la sección Lugares. Otras personalidades que asistirán son la actriz norteamericana Angela Bassett (Malcolm X, 1992; Tina, 1993; Días extraños, 1995; y La tierra prometida, 2003, entre otras) que será Jurado de la Competencia Internacional, al igual que el director filipino Raya Martin, cuya obra estuvo presente en ediciones pasadas del BAFICI, y del escritor argentino César Aira, mientras que el artista plástico Eduardo Stupía será miembro del Jurado de Cine del Futuro.

fotos: 1. Sergio Wolf, director del festival, en la conferencia de prensa de esta mañana. 2. Secuestro y muerte de Rafael Filipelli, película inaugural.

fuente: gacetilla de prensa BAFICI 2010.

Le nouveau Godard



Cola (muy godardiana) del nuevo film de Jean-Luc Godard, Socialisme. Por ahí andan el filósofo Alain Badiou y (la cantante) Patti Smith, entre otros.


Noteentiendo


Paul Firbas ahora me manda un gráfico con clasificaciones raciales del siglo XVIII. Una de las últimas clasificaciones: "Tente en el Aire con Mulata = Noteentiendo".

Hacer clic en la imagen para ampliar (y leer).


miércoles, 17 de marzo de 2010

raza


Paul Firbas me manda un scan del nuevo censo de población de los Estados Unidos, que se está distribuyendo en estos días. "Pensé que podía interesarte observar cómo se ha construido ya una categoría aparte de lo Hispano/Latino. Después viene la pregunta sobre raza". En cuanto a la raza, veo que hay más opciones que nunca. Igual, en mi caso particular, si me atengo estrictamente a la verdad -the whole truth and nothing but the truth- no podría tildar ningún casillero. No encuentro el slot de latino-hindo-italiano-argentino. Y menos el de mis hijos: latino-hindo-italiano-ruso-polaco-judío. Tal vez "some other race".

Hacer clic en la imagen para ampliar.

martes, 16 de marzo de 2010

sangre

TAILANDIA. UN MANIFESTANTE VIERTE UNA GARRAFA LLENA DE SANGRE, DONADA POR OTROS OPOSITORES, ANTE LAS PUERTAS DE LA SEDE DEL GOBIERNO EN BANGKOK. (EFE)

UN MONJE BUDISTA DONA SANGRE COMO PARTE DE UNA MANIFESTACIÓN DE LOS 'CAMISAS ROJAS', EN BANGKOK. (EFE)


viernes, 12 de marzo de 2010

Holi

La semana pasada se celebró en la India el festival de Holi. José Luis Cancio me envió estas fotos. Wish I Was There...










Enviado por José Luis Cancio

miércoles, 10 de marzo de 2010

formato obsoleto (2)

Nuevo taller de Claudio Caldini. Cuatro sesiones dedicadas a lo que Caldini denominó, extrañamente, "cine en vivo". Recordé la definición de Jean Cocteau: "Le cinema, c'est la mort au travail" ("la muerte trabajando"). También habló de "performance en proyección". ¿El cine como forma de teatro? Para empezar, Caldini desplegó el cajón de herramientas requeridas, todas obsoletas, desde los distintos "pasos" de película de celuloide (35mm, 16mm con doble perforación, super-8, doble 8...) hasta objetos misteriosos como la cajita de "cinta de empalmar". Un (joven) asistente al taller preguntó qué era "empalmar". Caldini, deferente, explicó: "Lo que en digital es virtual, aqui es real. Cada plano es un segmento de cinta. Para hacer un corte, se corta realmente la cinta". A continuación, graficó con la empalmadora cómo se corta y se pega un pedazo de celuloide con otro. La cinta de empalmar, parece, se ha vuelto muy difícil de conseguir porque nadie la fabrica. ¿Para qué? Más difícil aún es conseguir nuevas cuchillas para la empalmadora. Caldini las reemplaza con un trocito de gilette (¡otro formato obsoleto!). El super-8 es una tecnología que ha sido rescatada de la obsolecencia, pero sólo como formato de registro, para luego reprocesar digitalmente. Nadie monta usando el mismo super-8. Nadie, eso es, salvo Caldini.

Entre las herramientas, Caldini mostró carretes de super-8, con película y vacíos, de distinto tamaño, cepillos para limpiar la ventanilla del proyector, filtros de colores de fotografía (rescatados de una vieja Rolleiflex), lupas de laboratorio de oculista y unos antiguos anteojos de soldar que pertenecieron a su padre. "Y siempre hay que llevar una lamparita de repuesto. Si no llevamos repuesto, la lámpara del proyector se quema. Si llevamos una, como talismán, no se quema".

Película industrial de 35mm usada para sobreimprimir subtítulos (cliquear la imagen para ampliar).

Película perforada por Caldini con un punzón y con pinzas de depilar. Hay que tener cuidado al manipularla ya que se puede deshacer muy fácilmente.

Caldini no lo anunció en la clase, pero después me confesó que esta había sido la primera vez en su vida que usó cinco proyectores simultáneamente en una proyección.

Los alumnos-cineastas ayudaron con la lectura de textos durante la performance. Reflexiones del pionero Georges Melies sobre el decorado cinematográfico, junto a un informe científico sobre el cambio climático.

La imágenes multiplicadas de Melies, de un viejo super-8 comercial remontado por Caldini en distintos loops, en una experiencia cinematográfica/teatral que evoca la magia de aquellas primeras proyeciones de hace un siglo y, de paso, deja chiquito al pobre 3D multimillonario de Avatar.
-¿Por qué, justamente, no hacer todo esto en digital? -pregunté ingenuamente.
-Por nostalgia -replicó inesperadamente Caldini. -No sé si es bueno o malo. No tiene valor moral fabricar imágenes, abstractas o concretas, voluntarias o involuntarias. Es un juego. El interés, para mí, es que haya una materia, que sufre el paso del tiempo. Estos materiales, viejos, rayados, obsoletos, con cada imagen, con cada proyección, a cada paso, delatan el paso del tiempo. Eso me sigue inspirando.

Volví a pensar en la frasesita de Cocteau.

-Andrés Di Tella

Ver entradas anteriores sobre el grupo de estudios here, there & everywhere.

cine experimental
taller / grupo de estudios
claudio caldini
caldeo@gmail.com

martes, 9 de marzo de 2010

formato obsoleto

Cinta magnética de cassette. Fui uno de los pioneros del cassette en Buenos Aires, circa 1973. Aposté y perdí. Foto tomada con iPhone, 9 de marzo 2010. ¿Cuándo encontraremos restos de Iphones entre los adoquines? ¿Quedarán adoquines en Buenos Aires?


lunes, 8 de marzo de 2010

Día de la mujer

Barcelona. Un centenar de mujeres en la Plaza Bonanova, en una protesta con motivo del Día Internacional de la Mujer. "Derecho al propio cuerpo" han escrito sobre su propio cuerpo. (EFE).

¡El Secreto de sus ojos ganó el Oscar!


El secreto de sus ojos de Juan José Campanella acaba de ganar el Oscar de la Academia de Hollywood a la Mejor Película en Lengua Extranjera. Para celebrar la ocasión, vuelvo a publicar un diálogo con mi hijo R, en el bar El Coleccionista, en frente de Parque Rivadavia.

Después de Death Proof de Quentin Tarantino, The Killing de Stanley Kubrik y Blade Runner de Ridley Scott, que quedaron sin crónica (por vacaciones), el cineclub con R continúa con un poco de cine nacional.

-Este café se llama “El coleccionista”. ¿Sabés por qué?
- …
-¿Sabés cómo empezó la movida del Parque Rivadavia?
-Hace cien años, sólo vendían jueguitos para la Play y después empezaron a venir los libreros y los tipos que juegan al ajedrez…
-Ja ja. No. Todo empezó con un mercado de estampillas. Y venían los coleccionistas de estampillas. No sé si existen todavía, ni los coleccionistas ni las estampillas. Vos seguro que ni sabés qué son las estampillas.
-Sí, como en Nueve reinas. Las “nueve reinas”, ¿no son estampillas?
-Muy bien, R. ¿viste que el cine para algo sirve?
-Sí. Nueve reinas te enseña de estampillas y de cómo ser un chorro.
-Efectivamente. Hablando de Nueve reinas, ¿qué te pareció la película de ayer?
-Es muy parecida a Nueve reinas. Pero Nueve reinas es menos larga. Quiero decir, no se me hizo nada larga y ésta sí.
-A mí la película me pareció bastante buena pero puede ser que el plot sea medio retorcido. No sé si terminé de entender todo. Vos, ¿de qué dirías que se trata?
-Un tipo medio loco hace mierda y mata a una mujer. Y otro tipo, que era el marido de la mujer, medio loco también, se venga. Y lo caga porque, en vez de matarlo, lo tiene encerrado durante años. Y ni le habla, para que el tipo solo pueda pensar en lo que hizo.
-Tiene razón R –acota la mamá-. Eso es de lo que se trata en el fondo. Y de alguna manera está diciendo que es lo mismo violar y asesinar que encarcelar, como si la justicia fuera una venganza.
-No sé… Pero, en todo caso, esos tipos no son los protagonistas. El protagonista es Darín.
-¿Quién es Darín?
-El tipo que investiga.
-Ah, Espósito.
-Sí, Espósito. Se llama Ricardo Darín. Es el actor más famoso de la Argentina. ¿Sabés qué quiere decir “espósito”?
-"Es… po… si…" Esa es la mejor escena de la película, cuando el juez le va dando pistas para que Espósito adivine su propio nombre.
-Puede ser también una forma que tiene el director para hacernos pensar en el significado del nombre.
-¿Y qué quiere decir?
-Algo así como “niño abandonado”. El “hospicio de los expósitos” era donde iban a parar los niños que la madre o la familia no querían. ¿Viste como en esas películas que una mujer deja al bebé en la puerta de una casa?
-En esa cosa rara.
-Se llama el “moisés”. Otro día te cuento de dónde viene el nombre.
-Sí, eso está en todas las películas con niños. O sea que, según vos, Espósito es un niño abandonado.
-Es como si fuera un niño abandonado. Y el nombre de pila es Benjamín. En una familia, se le dice el “benjamín” al hijo más chiquito. Es como si tuviera algunas de las características de un niño abandonado, o del más chiquito. Por ejemplo, como un niño, no puede tomar decisiones por su cuenta. Pero, bueno, ¿qué le pasa a Espósito?
-Nada.
-¿Cómo nada? Es el protagonista de la película.
-Pero tiene razón R. –dice Cecilia-. No le pasa nada.
-Bueno, pero el tipo se obsesiona con ese caso y, después de 25 años, sigue obsesionado. Y está enamorado de la mina pero no se anima a decírselo. Eso le “pasa”.
-Pero eso, si no lo dijeran en el diálogo, no se notaría.
-Puede ser. Pero la película, justamente, ¿no se trata de eso? ¿de que el pasado nunca deja de existir?
-Sí, Darín es alguien que vive en el pasado –dice Cecilia. -Igual que el marido de la muerta.
-En eso la película me parece sincera. Por lo que lo conozco, Campanella también es un tipo que vive en el pasado. O, por lo menos, alguien para quien el pasado no ha terminado. No es lo mismo, ¿no? Yo lo conozco hace muchos años, ¿sabés R?
-¿Es tu amigo?
-Bueno, para mí es un amigo, aunque la verdad que ahora nos vemos poco y nada. Pero en una época éramos bastante amigos. Lo conocí en los años 80, cuando él vivía en Nueva York, donde está hace casi treinta años. Ahora va y viene. Se fue a estudiar cine allá y se quedó. Quería hacer películas en Hollywood. Pero le costó mucho. Llegó a hacer una película, pero no una de Holywood, sino una chiquitita, independiente, The Boy Who Cried Bitch. En realidad fue un encargo raro, de parte de una mina que era actriz y que había escrito la historia original. Una relación medio tortuosa, por lo que recuerdo. Y eso se nota en la película, para bien y para mal. Campanella trató de darle un toque personal suyo, pero creo que sólo lo logró a medias.
-No era muy buena -dice Cecilia.
-No era muy buena, pero tenía algo.. Después, hizo una película en inglés, pero en realidad se trataba de una producción argentina, hecha para el mercado americano.
-Esa no la vi.
-Love Walked In. Era un policial, basado en una novela de José Pablo Feinman. La verdad, era una cosa medio híbrida. Esos negocios rara vez salen bien. Lo curioso de Campanella es que el tipo vivía en Estados Unidos y, durante muchos años, ni siquiera quiso volver de visita a la Argentina. Pero, al mismo tiempo, vivía obsesionado con la Argentina, con las cosas de su pasado. A mí me pedía que le grabe programas de radio en cassette y que se los lleve allá. Te preguntaba por boludeces de la Argentina. No sé, como si viviera en un país imaginario, que se alimentaba de ciertas informaciones, pero que no se animaba a confrontar con la realidad de la Argentina, de lo que es vivir y trabajar en la Argentina.
-Era medio enfermizo –dice Cecilia. –Me acuerdo, cuando lo conocí, nos contó una historia de que él y otro amigo habían salido con unas chicas argentinas y que había sido un desastre. Pero me acuerdo de la frase: “Al final, me voy a casar con cualquier chica que me diga Che”.
-Ja ja. ¡Y se casó nomás con una! Mientras tanto, Campanella empezó a trabajar de director en la televisión americana, en algunas series, ya no me acuerdo cuáles. Pero ahí adquirió mucha experiencia dirigiendo actores, contando historias con gran economía de recursos. Y eso lo ves en sus películas. Nadie acá sabe tanto de eso como él.
-El secreto de sus ojos es como un episodio largo de La ley y el orden –dice Cecilia-. Lo digo como fan de esa serie.
-Yo no veía casi nunca esas cosas, pero recuerdo que él me enseñó a apreciar el arte narrativo de una serie como LA Law, por ejemplo. Cómo los tipos te contaban en 25 minutos tres historias re complejas, cada una con su dilema moral, que se planteaba y se resolvía en 5 escenas.
-Para que te des una idea, R -apunta Cecilia-, Campanella ahora dirige Dr. House, por ejemplo.
-¿En serio?
-Sí. También dirigió La ley y el orden, incluso Los Soprano, que muchos consideran una de las grandes series de la historia de la televisión.
-O sea que antes, cuando hacía peliculitas como las tuyas, eran amigos, y ahora que es un grosso no se ven más…
-Je je. Puede ser que haya algo de eso. Igual, cuando él empezó a dirigir televisión allá, eso no tenía el cachet que tiene ahora. Pero, en todo caso, lo que te quería contar es que, al final, Campanella resignó su sueño de Hollywood y se decidió a hacer una película en la Argentina, para el público argentino. Y ahí, para mí, encontró el camino.
-¿Esa cuál fue?
-El mismo amor, la misma lluvia. Si no me equivoco, se trataba de un viejo guión abandonado que volvió a agarrar, un proyecto imposible, poco comercial, la acción trascurría a lo largo de veinte años. También se trataba de cómo lidiar con las viejas obsesiones... ¡en realidad, no sé si no era igual a El secreto de sus ojos! ¡Y los protagonistas eran los mismos, Ricardo Darín y Soledad Villamil! Y ahí le empezó a ir bien. Me acuerdo que estuvimos juntos en el festival de Valladolid cuando ganó el premio del público con esa película. Campanella no se lo esperaba. Acá no había tenido críticas muy buenas. Lo habían rebotado en varios festivales. Pero la película no era nada mala, aunque irregular. Después, sí, vino El hijo de la novia, un éxito absoluto, acá y, también, en España. Esa recuerdo que la vi en una de las primeras funciones privadas, en Metrovisión, un estudio. Te puede no gustar ese tipo de cine, pero de alguna forma, es una película perfecta. Yo lloré y reí en todos los momentos que había que reírse y llorar. Por eso mismo, justamente, no le gusta a alguna gente.
-¿Por qué? Eso es ridículo. ¿No les gusta porque es perfecta?
-Exactamente, no les gusta porque es perfecta, demasiado perfecta. Para ser totalmente sincero, yo mismo me identifico más con un tipo de cine que no ejerce un efecto tan determinado sobre el espectador, que te deja pensar un poco más por tu cuenta, que te permite desplegar tus propias emociones. Un cine imperfecto, si querés, menos efectista. Pero al mismo tiempo sé que lo que hace Campanella no es nada fácil, no creo que yo lo pudiera hacer.
-Obvio.
-La verdad que lo admiro. Y me causa gracia cuando los críticos snobs lo consideran grasa o un bruto, cuando yo sé que el tipo tiene una cultura cinematográfica increíble, que conoce como nadie el cine clásico de Hollywood, por ejemplo. De hecho, creo que vi todas sus películas, incluso las que no vio nadie, desde un primer largo, filmado en super 8. Pero me faltaba ésta que, no sé por qué, me perdí cuando se estrenó. Era casi una excentricidad no haber visto “la película que vieron más de dos millones de personas”. Pero me puse al día. Y si con esta, tal vez su película más "argentina", llega a ganar el Oscar, sería un final feliz digno de Hollywood...
-¿Vamos? -dice R, un poco distraído ya, pensando seguramente en probar los jueguitos de la wii que se compró en Parque Rivadavia.

-Andrés Di Tella

foto: Juan José Campanella, con Soledad Villamil y Ricardo Darín, durante el rodaje de El secreto de tus ojos.

viernes, 5 de marzo de 2010

Jafar Panahi


REPUDIO A LA DETENCIÓN DEL CINEASTA IRANÍ JAFAR PANAHI

Los directores y productores argentinos que integramos el Proyecto de Cine Independiente (PCI) repudiamos la detención del cineasta iraní Jafar Panahi y de su colega Mohammad Rasoulof, quienes fueron arrestados junto a sus familias en Irán por motivos políticos.

Reconocido mundialmente por su talento y su compromiso social, el director de obras como “El círculo” y “Offside” -donde reflexiona críticamente acerca de las desigualdades y ofensas que las mujeres sufren a diario en Irán- fue detenido el lunes pasado por las autoridades del país persa por apoyar a líder opositor Mirhossein Mousavi.

El mes pasado, Panahi no pudo llegar a Berlín para participar en el 60 Festival Internacional de Cine, al cual estaba invitado, ya que el gobierno iraní le negó la autorización para salir del territorio.

Desde el PCI repudiamos la detención por motivos políticos de Panahi y otros artistas opositores al gobierno iraní y solicitamos su inmediata libertad, para que –más allá de las ideas y posiciones que defiendan- una vez más todas las voces sean escuchadas.


Miembros del PCI:
Ezequiel Acuña; Juan Antín; Benjamín Avila; Enrique Bellande; Hernán Belón; Verónica Chen; Edgardo Cozarinsky; Mariano De Rosa; Andrés Di Tella; Sabrina Farji; Mariano Galperín; Federico Godfrid; Jorge Gaggero; Tamae Garateguy; Mercedes García Guevara; Pablo Giorgelli, Daniela Goggi, Alejandro Hartmann; Paula Hernández; Ana Katz; Diego Lerman; Diego Lublinsky; Gabriel Lichtmann; Santiago Loza; Sebastián Martínez; Esteban Menis; María Victoria Menis; Tatiana Mereñuk; Pablo Meza; Fernando Molnar; Rodrigo Moreno; Rodrigo Moscoso; Lorena Muñoz; Celina Murga; Aldo Paparella; Paulo Pécora; Lucía Puenzo; Gianfranco Quatrini; Ulises Rosell; Salvador Roselli; Daniel Rosenfeld; Ariel Rotter; Pepe Salvia; Julia Solomonoff; Andrés Tambornino; Alejo Taube; Camila Toker; Baltazar Tokman; Juan Villegas; Sergio Wolf; Luciano Zito.

foto: Crimson Gold de Jafar Panahi.

jueves, 4 de marzo de 2010

Aquele querido mes de agosto


Hoy se estrena en varias salas de Buenos Aires lo que fue, para mí, la mejor película del 2009. Miguel Gomes, que vino al BAFICI por primera vez hace diez años cuando yo dirigía el festival, también me hizo el honor de viajar por primera vez a Estados Unidos para presentar la película, en el Princeton Documentary Festival de 2009. Reitero aqui lo publicado durante el último BAFICI, en aquele querido mes de abril.

Aquele querido mes de agosto de Miguel Gomes

La película empieza como un documental más bien atmosférico sobre el mundillo de músicos semi-profesionales que recorren las fiestas populares de los pueblitos del interior de Portugal durante el verano ("aquele querido mes de agosto"). En el medio de todo eso, presenciamos una escena un poco insólita, en la que Miguel Gomes, el director, se encuentra en un café con el productor de la película. El productor le reclama al director que hace rato que empezaron el rodaje pero que todavía no tienen a los actores para interpretar a los personajes que están en el guión. Gomes, de forma un poco displicente, pide más tiempo... y más dinero. "Los estamos buscando, ya van a aparecer". Parece un chiste --de hecho, es como un paso de comedia-- porque lo que hemos visto hasta aqui es un documental de observación, sin personajes demasiado individualizados.

Pero, de a poco, casi sin que nos demos cuenta, la película se va convirtiendo en otra cosa. La cámara empieza efectivamente a encontrar personajes dentro del registro documental y --sorpresa mayúscula-- en determinado momento, sin transición, advertimos que estamos en manos de un dramaturgo consumado: delante de nuestros ojos cobra forma, imprevistamente, una ficción. La joven cantante de una de las bandas que hemos visto antes se ve envuelta en un triángulo amoroso digno de una telenovela. Tironeada entre su padre viudo y un primito venido del exterior, en la vida de la adolescente se pone en juego la dinámica freudiana de hija y mujer, fidelidad y erotismo, totem y tabú.

Pero esta historia, que podría parecer melodramática, nunca deja de tener un carácter imprevisible y un sabor auténtico. Se lo da su decidida pertenencia al mundo real y al universo documental: en ningún momento dudamos de la realidad de los personajes. Y en un giro notable, Gomes consigue que las canzonetas que cantan los personajes en los escenarios pueblerinos donde los lleva su trabajo, las mismas que al principio parecían simplemente simpáticas y pegadizas, de pronto empiezan a expresar los sentimientos más profundos, como si se tratara de una tragedia de Sófocles. Y, a la vez, es como si realmente hubiéramos estado en esos pueblitos portugueses y hubiéramos bailado esa música durante aquel querido mes de agosto.

Mejor película, BAFICI XI 2009.



Leer otro comentario de la película (un poco más extenso) acá.



miércoles, 3 de marzo de 2010

plano secuencia



¡Siempre soñé con armar uno de estos!

Video dirigido por James Frost, OK Go y Syyn Labs. Producido por Shirley Moyers. Tema: "This Too Shall Pass" de OK Go. Album: "Of the Blue Colour of the Sky". Rodado en un depósito de Echo Park, Los Angeles. La "maquina" fue diseñada y construida durante largos meses por la misma banda, con la colaboración de Synn Lans (http://syynlabs.com/). Gracias John Burgan por el link.

lunes, 1 de marzo de 2010

rara


Anoche, el cineclub viajó a Japón. Después de comprobar que una antigua comedia en blanco y negro podía llegar a ser tan divertida como la última de Ben Stiller o Jack Black (exagero…), subimos la apuesta. Probamos con otra película “antigua” pero, esta vez, japonesa. Al revisar las carpetas piratas de Parque Rivadavia, mientras R buscaba jueguitos, me acordé de una película atípica de Akira Kurosawa, El cielo y el infierno (“Tengoku to jigoku”), un policial medio documentaloso –combinación irresistible para mí- filmado en 1963 en la ciudad portuaria de Yokohama, con deliciosos ambientes de bajos fondos y mucho detalle observacional. Celina Murga, a quien le comenté la película, me dijo que Martin Scorsese (su amigo) tenía en mente hacer una remake, aunque por el momento no superó la etapa de proyecto. No es de las obras más conocidas de Kurosawa, pero no sé si no es la mejor. En eso coincidíamos Celina, Marty y yo.

-¿Y? ¿Te gustó?
-Sí.
-Qué bueno. A mí me encantó. Cuando la encontré el otro día en Parque Rivadavia, pensé que te podía llegar a gustar, dentro del rubro “película rara”.
-No es rara.
-Bueno. Es en blanco y negro, es vieja, es japonesa.
-OK, es rara.
-No, tenés razón, no es rara. Pero está bueno que te guste algo de otra época, de otra cultura. No sólo lo que fue hecho para vos. Las películas actuales, las de Hollywood, a veces son como productos, pensados fríamente para alguien como vos.
-¿Por qué fríamente?
-No sé. OK, retiro “fríamente”. Lo que quiero decir es que en esas películas, tu lugar a veces se reduce al de un consumidor que consume lo que un estudio de mercado determina que ese consumidor va a consumir.
-¿Eh?
-Bueno, no importa.
-Sí, entiendo. Pero todas las películas están hechas para que alguien las consuma, ¿o no?
-Pero no es todo lo mismo.
-A ver, dame un ejemplo. Dos ejemplos.
-¡Dos! No se me ocurre ni uno. A ver… Por ejemplo, "Avatar". Yo ni la vi. Pero seguro que es un producto, hecho para ganar mucha plata, que también costó mucha plata, pero que está pensado como lanzamiento para el cine 3-D.
-Claro. El manager… ¿o cómo se llama el que arma el negocio?
-El productor. O los ejecutivos del estudio. The suits, como dicen en Hollywood. Los tipos de traje.
-Los ejecutivos contratan al mejor director, a los mejores especialistas en efectos especiales. Y les dicen lo que tienen que hacer...
-Es un poco más complicado. En primer lugar, los ejecutivos por ahí no saben cómo hacer una película. Pero buscan a los que saben. O buscan a los que tienen buenas ideas.
-Porque los que hacen la película son el director, el que escribe el guión...
-Pero el director, o el guionista, no puede hacer lo que quiere. Suponete que el guionista quiere que un personaje sea ambiguo, porque piensa que en el mundo real no hay sólo buenos y malos. O que una escena no se termine de entender, para que la gente se quede pensando… ¿viste que, a veces, cuando no entendés algo, te quedás pensando… “y esto qué querrá decir”?
-Claro, le dicen “dejate de joder y mové los muñequitos que para eso te pagamos”.
-jaja, algo así. Simplificar la trama, buenos y malos, mucha acción. Eso nunca hace mal a la taquilla. Hay un dicho, no recuerdo quién lo dijo: “Nadie nunca se quebró subestimando la inteligencia del público”.
-Son todos unos tarados.
-Sí, o: no te va a ir mal si hacés negocios pensando que los consumidores son unos tarados.
-OK. Pero, en realidad, ¿por qué contratan a James Cameron o a Jack Black, ponele?
-Porque son talentosos. O, más bien, porque ya tuvieron éxitos en el pasado.
-Sí, pero los tipos son talentosos y no hacen las cosas sólo para ganar plata, o para el consumidor, como vos decís.
-Es verdad. Los tipos talentosos siempre le ponen garra a las cosas, las hacen suyas, las pelean, imponen su personalidad, no aceptan hacer cualquier cosa, aún dentro de una propuesta donde en última instancia hay que ganar plata, the bottom line, como dicen en Hollywood. Por eso son talentosos. Los tipos demasiado obedientes nunca son los más talentosos.
-Sí. Es como en el examen de ingreso del Buenos Aires. Cuando tenés que escribir una redacción, estás pensando en lo que ellos esperan que hagas. Te conviene que les guste. Pero, al mismo tiempo, si tratás de olvidarte de eso y escribís lo que se te ocurre, te va a salir algo mejor y eso te conviene más. Pero no es fácil olvidarse de lo que ellos esperan.
-Tal cual.
-Las películas que son productos para el consumo y nada más que eso son las de chicos. Bah, algunas, como las de Barbie. Son todas iguales. Las historias son todas iguales. No hay personajes de verdad. Son todos iguales, hasta físicamente iguales.
-Sí, son medio demoníacas. Yo trato de que L no las vea.
-Pero a ella le gustan.
-Sí, pero yo no le compro más y de tanto ver la misma, por ahí se empieza a aburrir.
-Pero, ¿cómo llegamos a hablar de Barbie?
-Yo lo que quería decir es que ver una película hecha en Japón hace 50 años, de alguna manera, te saca del circuito del consumo, del producto –mejor o peor, más ruin o más digno- hecho para alguien como vos. Los tipos que hicieron esta película no estaban pensando ni remotamente en vos, porque vos ni habías nacido y el mundo era otro y, además, el director era un viejo japonés y vos sos un pendejito argentino.
-No entiendo qué querés decir.
-No es fácil explicarlo. Ver una película vieja, japonesa… Es como si pudieras viajar en el tiempo y en el espacio, en tu imaginación.
-“Al infinito y más allá…”
-Algo así.