jueves, 2 de diciembre de 2010

Ciudades paralelas (2)

-¡Salimos en La Nación!- le dije a Ceci. Cecilia había leído la nota de La Nación pero no nos había visto. Sin embargo, si se observa con detenimiento la fotografía reproducida ut supra, se advertirá en la parte superior la presencia de un servidor y Cecilia, asistiendo a una obra del festival Ciudades paralelas, acompañados en la ocasión por Alan Pauls. ¡¿Cómo que no nos ven?!

Detalle, onda Blow Up, de la escena del crimen. A ver. Ahora sí, ¿no?. Las manos cruzadas de Alan, la cartera y los brazos de Cecilia y... (sean piadosos)... los anteojos de un servidor.

La nota de Alejandro Cruz tiene la particularidad, rara en el periodismo de espectáculos local, de hacer un poco de historia y discernir rastros de hechos pasados en las noticias de la actualidad. Y así, no deja de nombrar a Vivi Tellas, ex directora del Teatro Sarmiento, donde Stefan Kaegi -curador del festival Ciudades Paralelas- presentó su obra Sentate, hace casi diez años, dando inicio a la serie de "biodramas". Los lectores de este blog tendrán presente la centralidad del trabajo de Vivi Tellas en la historia del teatro documental de esta ciudad, a través de su propia obra como directora y, también, como curadora de aquel ciclo del Teatro Sarmiento que concluyó, casualmente, con Mi vida después de Lola Arias, la otra co-curadora de Ciudades Paralelas.

En esta foto no salimos, aunque estuvimos allí. La obra es imperdible. Biblioteca, trabajo en colaboración de Ant Hampton (otro descubrimiento de Tellas) y Tim Etchells, uno de los grandes dramaturgos contemporáneos de Inglaterra. El tema de las fotos de las obras tiene su interés, creo. Quería sacar fotos durante las representaciones que presencié, como suelo hacer, simplemente para ilustrar alguna de estas entradas de blog. Pero tenía cola de paja y no me animé. ¿O será que el dispositivo extraño de las obras me desconcertó? En el caso de Biblioteca, estábamos solos, en medio de la multitud de lectores que ignoraba el hecho de que estuviéramos, al mismo tiempo, protagonizando y presenciando una obra de teatro (se escuchan instrucciones por auriculares y se leen los textos indicados, pero no es tan simple como suena...). La misma doble actividad era de tal intensidad y, a la vez, una experiencia tan ajena al concepto de "resgistro fotográfico" de la misma, que me olvidé de la foto. Tampoco pude fotografiar la obra de Lola Arias, Hotel, aunque estaba solo, en las distintas habitaciones del hotel Ibis de Plaza Congreso, donde transcurría la "acción". Tuve la mala suerte de tener a Lola sentada justo detrás mío cuando fui a ver Mi vida después en el Teatro Sarmiento y no pude olvidar sus amables reproches por haber sacado fotos (para la crónica) en aquella ocasión. Además, sentía que robar imágenes alli era un acto de alguna manera ilícito, como si de ese modo quebrara la confianza que se habría depositado en mí como espectador solitario. Y en Mirador, la obra de Stefan Kaegi, se me hacía incómodo, casi inmoral, sacarle fotos al ciego protagonista de la obra. Era como si estuviera aprovechándome de su ceguera, aunque la historia de la fotografía tenga casi como leitmotiv "la foto de ciego", de la cual ninguno de los grandes fotógrafos de la historia se ha privado (abajo, la foto emblemática de Paul Strand).


Sobre el final de la obra, ya en la terraza, vi que otros empezaban a sacar fotos y ahí recién me atreví a robar alguna que otra instantánea nocturna. Incluso grabé unas difusas imágenes en movimiento con el celular que, después, colgué aqui mismo, sin pensar demasiado. Pero las borré inmediatamente cuando Cecilia me preguntó si yo había pedido autorización para filmar y si, en cualquier caso, no estaba revelando un momento importante de la obra que le quitaría magia a la experiencia de un eventual espectador. Detrás, en algún lugar, quizás, la idea primitiva de que robar una foto era como robar el alma. Ahora, la publicación de fotos y descripciones detalladas de las obras en La Nación viene, de alguna forma, a "librarme de culpa y cargo" (nadie tampoco pidió permiso para fotografiarnos). Aunque casi no haya sacado fotos ni, tal vez, publique nada. Pero en ese "casi" y en ese "tal vez" caben todos los dilemas éticos del documentalista. Aquel que no se limita a mirar sino que piensa en cómo generar imágenes de lo real que, tal vez, vaya a utilizar... En fin, un tema para seguir discutiendo.

Volveré seguramente sobre Ciudades paralelas y sobre el controvertido tema de la fotografía de las obras, del que pienso hablar también en nuestra charla con Stefan Kaegi, en el cierre del festival, este sábado a las 20hs, en la Galería Pasaje 17, de Bartolomé Mitre 1559.

Mientras tanto, no se pierdan lo que queda de Ciudades paralelas. Es una experiencia única.

-Andrés Di Tella


5 comentarios:

girlontape dijo...

yo salí en gritos y susurros 2x... gossip fodder soy nomás

Renata Cardarelli dijo...

je ....onda Blow...divines!

Anónimo dijo...

hola: qué lastima, no pude ir a tu charla porque estaba conspirando con un montón de gente en el Hoytts, y de allí corrí a ver a seis personas que se "reperesentaban a si mismas en el frente de un edifico de monoambientes. En fin, ya nos veremos mañana ( hoy)en Proa. Van a ir no? Y te mandare reflexiones y preguntas que me despertaron estas perfomances, que serán inolvidables, para los que la vivieron y los que no. Ya escribí en el blog de La otra sobre la experiencia de Estación.
Y tenés razón, la nota de la Nacion, es muy buena.
saludos
un espía performer en las calles de la ciudad
A.R.

Anónimo dijo...

borrás los comments?

Anónimo dijo...

el grupo autobombo esta a full!!!